Pero como teníamos que llegar recién a las cinco de la tarde y sólo nos separaban menos de 600 kilómetros de nuestro destino final, quisimos aprovechar el tiempo y fuimos hacia el puerto de Marsella.
La intención era conocer el castillo de If, donde Alexandre Dumas ubicó a su obra maestra de “El Conde de Montecristo”. Además de ser una de las prisiones más famosas de Francia. Llegamos justo para la salida del ferry, pero cuando estábamos a punto de acceder a la isla, el capitán anunció que “había cambiado la marea” y no podíamos descender. Y en cambio, nos hizo una pequeña recorrida por la costa, describiendo, en francés, algunos edificios emblemáticos y nos dejó de nuevo en la costa.
Y ya calmados y con la panza llena encaramos el viaje a Sils.
Pero en el camino, nos cruzamos con el último castillo, el Chateau des Baux de Provence, y no nos pudimos resistir, a pesar de la lluvia.
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