martes, 17 de abril de 2018

La ruta del whisky


Este día lo íbamos a dedicar íntegro a recorrer destilerías de whisky escocés, alternadas adecuadamente con los castillos que siembran estas tierras.
Desayunamos en la casa de Gill, nos turnamos en el baño (era la primera vez que debíamos compartirlo, porque en Londres habíamos tenido un baño en cada habitación) y a las 10 de la mañana ya estábamos entrando a la destilería de Macallan. (Sigue...)

Después de hacer la recorrida, menos íntima que la de Jura y un poco más “comercial”, degustamos cuatro variedades de whiskies, el Amber, el de 12 años, el de 18 años y el Nro. 2.
Por ser mi cumpleaños, le saqué a la chica una copa más y me dieron a probar el Sienna, un whisky de 18 años en barricas de jerez, una locura. Y la otra locura fue que Pablo y Fabián me regalaron una botella que hoy reposa en paz en mi bodega.

 

 

A las 13 horas ya estábamos en Stratishla, la destilería base de Chivas. A mí personalmente no es el whisky que más me gusta, hasta diría todo lo contrario, pero es el favorito de Fabi, además de ser una de las destilerías más antiguas de toda Escocia; así que era un destino obligado.


  

La recorrida fue la más impersonal de todas, pero entrar a esa bodega casi milenaria fue toda una experiencia. Y hablando de experiencias, después nos dieron a probar el Stratishla Single Malt 12 años, el Chivas Grain, el Chivas Extra y el Chivas 18 años. Pero minga de regalo de 50 años.
Pero nos quedaba todavía otra degustación, la de Glenlivet. Pablo y Nati ya estaban ahítos de whisky, así que a las 16 nos dejaron en la tercera destilería y se fueron a recorrer castillos mientras a nosotros nos recibía una bella escocesa que nos llevó, por una escalera oculta en una pared, hasta una biblioteca donde tuvimos una degustación privada con lo mejor que puede ofrecer una de las más reconocidas destilerías de Escocia.
La mesa estaba puesta para nosotros tres, y nos esperaban cuatro copas, junto a una cajita con cuatro delicatesen para maridar cada cata, como cristales de jengibre o chocolate amargo. Con una extensa y amena explicación de cada versión, tomamos primero un Single Cask, después un 15 años, seguido de un 25 años, para terminar con un inolvidable 30 años.

 

La degustación terminó con el regalo de un “quaich”, la copa escocesa de la amistad, una copa baja de metal con dos asas, lo usaban tradicionalmente para ofrecerlo con whisky a personas que visitaran la casa por primera vez, o a las que llegaran de un viaje largo como gesto de cordialidad, un whisky servido en el Quaich, era símbolo de bienvenida, amabilidad y hermandad.
Después recorrimos tres castillos más, almorzamos en un restaurant indio, compramos harina y huevos y Caro, en una de sus locuras gastronómicas, hizo pizzas caseras.


 


 


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